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9 de mayo de 2012

No hay dinero para rescatar a enfermos, estudiantes y trabajadores pero sí para la banca



¿Cuánto nos costará a los españoles los usos y abusos en Bankia, joya de la corona de los populares? Algunos medios hablan de que este viernes el Consejo de Ministros podría aprobar “un plan de saneamiento” de unos 10.000 millones de euros. Una cifra redonda que, casualmente todos tenemos en la cabeza porque 10.000 millones de euros es justo el dinero que Rajoy nos quitó a los pacientes de la sanidad pública española y a los estudiantes.

¿Cómo puede el Gobierno plantearse siquiera una nueva ayuda pública a la banca cuando está desmontando el Estado de Bienestar?

La historia se encargará de recordar que fueron los bancos americanos los que provocaron la crisis actual con su fraude hipotecario. Y fueron los bancos españoles los que a lo largo de más de una década especularon en el sector inmobiliario llevando a la ruina a cientos de miles de familias esposadas a hipotecas de por vida. Familias engañadas que compraron viviendas sobrevaloradas y que hoy, cuando los pisos valen la mitad que entonces, se han quedado sin casa y en la ruina. Nadie les ha rescatado.

Eso sí, cuando la especulación estalló en la cara de la banca, los gobiernos salieron en su auxilio con cheques en blanco. Imposible saber ya cuántos miles de millones de euros ha inyectado el Estado para que sus amigos los banqueros puedan seguir jugando con los españoles y embolsándose de paso indemnizaciones, pensiones, contratos blindados o bonus millonarios, tal y como han hecho durante años. Un robo en toda regla que directivos de cajas de ahorro y bancos cometieron ante un Banco de España mudo. El mismo Banco de España que ahora se muestra tan preocupado por exigir la reducción de los salarios de los trabajadores y la desregulación laboral, actuó de forma incompetente y negligente a la hora de supervisar, de controlar los desmanes y el atraco a mano armada de los gestores de unas entidades bancarias que hemos tenido que rescatar y que pretenden sigamos rescatando.

Lo cierto es que todo el proceso de saneamiento de la banca ha sido un desastre garrafal, inmoral e indecente. Desde sus inicios, con la privatización de las cajas de ahorro y la pérdida de su papel social. Era lo más parecido que teníamos a una banca social y su reconversión acabó con los fines económicos y sociales para los que fueron creadas.

Esa fue la primera concesión a la banca. Después vinieron todas las ayudas públicas, primero con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y ahora con Mariano Rajoy. Igual de indecente en un caso o en otro pero con una salvedad: ahora es Mariano Rajoy el que nos dice una y mil veces que no hay dinero para pagar medicamentos, para la ayuda a la discapacidad, para que nuestros hijos vayan a la universidad… Pero sí lo hay para salvar a sus amigos los banqueros.

Es absolutamente inmoral hacer recaer sobre los ciudadanos los desmanes especulativos de la banca. Actividades delictivas y denigrantes que practicaron durante más de una década sin que ningún organismo supervisase o controlase su gestión. Y el ejemplo de todo esto es Bankia, gobernada a capricho por los populares, utilizada como estructura financiera para sus operaciones en la Comunidad de Madrid y en los ayuntamientos gobernados por el PP, utilizada como oficina de empleo para sus afiliados. Tras una descabellada serie de operaciones de absorción de otras entidades, tras “prestarle” dinero por más de 33.000 millones de euros, ahora el gobierno se propone inyectar “a su caja” un nuevo supuesto préstamo de otros diez mil millones de euros. Me faltan adjetivos para calificarlo.

Ante esto creo que la reacción ciudadana tiene que ser dura y contundente. La reforma del sistema financiero tiene que tener en la calle la misma respuesta que la reforma laboral, sanitaria o educativa. No puede pasar ni un minuto más sin un sistema que realmente nos garantice el control exhaustivo y riguroso de la actividad de las entidades financieras.

Desde aquí abogo por una banca pública, cada día más necesaria. Esa banca pública que en su día terminó de privatizar el gobierno de Aznar.





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