El paro en Andalucía es uno de los principales problemas que afecta a los ciudadanos y ciudadanas de nuestra comunidad autónoma, siendo una de las más castigadas de todo el territorio nacional por este motivo y convirtiéndose en uno de los mayores males que está padeciendo la clase trabajadora. Los índices de paro alcanzan ya el 35,86%, esta cifra es la más alta desde que se registra el dato.
Dentro de la población desempleada andaluza existen unos colectivos donde el paro se presenta con mayor incidencia como son
los parados de larga duración.
Los últimos datos del cuarto trimestre de la Encuesta de Población Activa (EPA) muestran que el 56% de los parados en nuestra comunidad autónoma son de larga duración. Es decir, aquéllos que llevan más de un año buscando empleo y no lo consiguen. Esta situación es preocupante porque los que llevan más de un año en paro progresivamente van agotando sus prestaciones y sólo llegan a tener las asistenciales, en el mejor de los casos. Porque en otros, se encuentran con que pertenecen a familias donde no existe ningún tipo de ingreso. Recordemos que en Andalucía son 476.200 los hogares en los que todos sus miembros están en paro. Y en muchos de estos casos la marginación laboral lleva a la marginación social.
El hecho de que las cifras dentro de este colectivo no dejen de incrementarse, exige una
intervención de urgencia y la puesta en marcha de un plan o programa que se centre en las características y necesidades específicas de esta parte de la población.
Es fundamental que funcionen los programas de recualificación profesional de las personas que agoten sus prestaciones por desempleo con ayudas económicas de acompañamiento y que éstas no estén sujetas a la disponibilidad de dotaciones presupuestarias ni a decisiones arbitrarias.
Es necesario, también, un Plan de Empleo en el que participen los poderes públicos y los interlocutores sociales, que cree puestos de trabajo en los sectores con más posibilidades de futuro y que proteja especialmente a los jóvenes, a los mayores de 45 años, a los desempleados de larga duración y a los de difícil recolocación. Un plan de empleo, en definitiva, a partir de la inversión y el estímulo de la actividad económica, no de los recortes.
El próximo 28 de febrero tenemos que salir a la calle para exigir empleo digno.
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