Prisa por tardar

Aquellos que tengan prisa por tardar, que el tiempo les duerma en sus cargos, que vean pasar lentamente los segundos, los minutos y las horas mientras otros destruyen la casa que tanto esfuerzo nos ha costado, son incapaces de apagar los incendios que nos acechan.


Los cargos públicos deberían padecer el doble de ansiedad que la que sufren los parados y los ciudadanos menos favorecidos. Ocupar un cargo institucional tiene los mandos de una nave y no puede en pérdida más que espabilar para evitar caer en barrena.

Los cargos orgánicos, de la misma forma, no pueden tener prisa por tardar, sino prisa por cambiar. Las direcciones de la izquierda –y no me refiero a ninguna en concreto-, locales, regionales o nacionales, tienen que multiplicar su tensión interna en la debida proporción que sufren parados, estudiantes o ciudadanos en general.

Tener prisa por ganar no es una necesidad interna, como decíamos en cartas anteriores, no es un elogio a la ambición, es la respuesta a una sociedad que demanda un cambio urgente y pronto.

Pero tener prisa por tardar es no querer salir en los medios de comunicación dando la cara y defendiendo nuestro programa y nuestro proyecto. Tener prisa por tardar es quedarse somnoliento a la espera de que cambie el ciclo sin abandonar la silla. Tener prisa por tardar es que, en esa espera, no se elaboren iniciativas parlamentarias suficientes o proposiciones en los municipios.

Tener prisa por tardar, en esa espera durmiente, es no querer dar la cara en la calle y salir a saludar a favorables y contrarios, para mostrar que nuestra voluntad es tan grande como nuestra inteligencia.

Quien tenga prisa por tardar verá cómo se quema su casa y la de sus vecinos, cómo toman el barrio los huracanes y se lleva la ciudad un tsunami inesperado. Y, por cierto, los que tienen prisa por tardar no quieren cambiar las cosas, ni mostrarse en democracia fiscalizados por los iguales.

Cuando una organización tiene prisa por tardar es la historia la que le adelanta y pasa a formar parte de ella como lo forman los monumentos, la biografías y los obituarios.

Diario Pregresista