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5 de noviembre de 2012

El CSIF, ariete sindical de la derecha, traiciona a los empleados públicos al descalificar la huelga general


Sería sorprendente si no fuera una falacia de la peor calaña que, en las circunstancias más adversas de los funcionarios públicos y personal laboral de la Administración, el CSIF plantee que no participará en la huelga del 14N por el carácter político de la misma.

La política económica de recorte tras recorte iniciada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero y desde hace 10 meses intensificada por el Gobierno de Rajoy se ha ensañado de forma contundente y progresiva especialmente con los empleados públicos. Ha eliminado en la práctica la oferta de empleo y desde enero pasado ha impuesto una legislación que se ha cargado no solo las condiciones de trabajo sino que está permitiendo el despido de miles de trabajadores.

En la actualidad miles de empleados públicos no cobran sus salarios desde hace meses. Otros, varios cientos de miles, están en proceso de despido o ya en la calle y se han alcanzado los mayores niveles de precarización e incertidumbre en el empleo público desde la finalización de las cesantías a principios del siglo XX.

Y por si todo esto fuera poco, la privatización de los servicios públicos augura aún un futuro inmediato más aterrador para el empleo en las Administraciones. Todos sabemos que recortes y privatizaciones se dan la mano para expulsar del ámbito de lo público a miles de trabajadores.

En este contexto y a pocos días de que, por primera vez en la democracia, los trabajadores de la Administración se queden sin paga extraordinaria, el sindicato CSIF inicia su ofensiva contra una convocatoria de huelga que intenta frenar una política económica con la que la derecha aprovecha, entre otras cosas, para cambiar el modelo social del país y de paso acabar con cientos de miles de empleos públicos como de hecho está haciendo.

No es un descubrimiento nuevo ver como el CSIF, uno de los múltiples representantes de la derecha sindical de este país, se envuelve en la bandera del corporativismo de determinados colectivos de la Administración Pública siempre añorantes de status pasados. Pero que un sindicato, por muy de derechas que sea, que además se atribuye la representatividad de la mayoría de empleados públicos aunque sea falso, traicione de una manera tan descarada, torticera e inadmisible la defensa de los intereses de estos trabajadores es sencillamente de una deslealtad que no puede quedar impune.

Desde mi punto de vista el CSIF está en su perfecto derecho de no convocar huelga. E incluso de posicionarse como considere oportuno frente a la misma. Pero lo que no se puede aceptar de ninguna manera es que se convierta en el ariete sindical del Gobierno actuando como contrapiquete y descalificando a los convocantes del 14N y la propia convocatoria de huelga. Por razones puramente ideológicas y con deslealtad a sus obligaciones legales y éticas con los trabajadores a los que representa, el CSIF se ha puesto al servicio de la defensa de la misma política económica y social del gobierno que ha abierto la puerta a los despidos colectivos en el sector público. Con su posicionamiento activo contra el paro social lo que está haciendo es simple y llanamente facilitar la labor de destrucción del empleo público, de los derechos de los empleados públicos y de camino de la viabilidad de la propia Administración.

En los últimos 30 años nunca he vivido algo así. El CSIF ha llegado a tal deriva de autosecuestro ideológico con sus correligionarios de la derecha gobernante que se permite exigir en las Administraciones el despido de colectivos enteros de trabajadores porque no los considera empleados públicos de primera, no son “pata negra”.

Que un sindicato, en unas circunstancias como las que están viviendo sus representados, actúe con absoluto descaro, con total deslealtad y falta de ética posicionándose a favor de aquello que atenta directamente contra los intereses de quienes representa me parece imperdonable.

Los empleados públicos no podemos admitir, no podemos dejar impune que el CSIF nos la esté jugando por su connivencia ideológica con el PP. Ha llegado el momento de que el personal de la Administración se replantee su actitud frente al CSIF, ese dudoso sindicato que se autoatribuye falsamente la mayoría de la representación de los empleados públicos cuando en realidad esa mayoría solo es en determinados colectivos y ámbitos de la Administración. Y ha llegado el momento porque está traicionándonos abiertamente y sin ningún tipo de disimulo. Ha abandonado a los empleados públicos a las decisiones que adopte el Gobierno sin sumarse al resto de organizaciones, cada día más, que aunamos fuerzas de cara al 14 de Noviembre. Organizaciones que luchamos contra una política económica que ha puesto ya en la calle a miles de empleados públicos y que pretende despedir en los próximos meses a cientos de miles de empleados públicos.

M.P.

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