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13 de noviembre de 2012

Si los funcionarios no vamos a la huelga, le estaremos haciendo el trabajo a quienes quieren ponernos en la calle

 
Ya han conseguido que  más de 200.000 empleados públicos se vayan a la calle en nuestro país.

Casi un millón más pueden a ir siendo despedidos progresivamente en los próximos meses, en los próximos años. Puede que suene exagerado pero así es. La función pública atraviesa el peor momento desde que terminaron las llamadas "cesantías". El peor momento desde el año 1912, cuando se consiguió que el trabajador público dejara de tener su puesto de trabajo ligado al color político del partido que le tocara gobernar. Un siglo.

¿Por qué esto va a ser así? Pues porque la política de recortes va a continuar. Los ingresos del Estado, de las Comunidades Autónomas, de los Ayuntamientos no van a aumentar. Y como todos los organismos públicos tienen que cumplir la Ley de Ajuste Presupuestario, el llamado "déficit cero", pues se dan todas las circunstancias para que la jibarización se prolongue durante años.

Por mucho que lo repita me parecerá poco: El objetivo es acabar con el empleo público.

Veamos si no, por ejemplo, la privatización de la Sanidad en casi todas las Comunidades Autónomas. ¿Qué significa eso? Pues que los servicios públicos van a quedar en manos de empresas privadas. Empresas privadas que pagarán a sus empleados menos de lo que cobran los públicos. ¿Y qué acabará pasando? Pues que a corto plazo las condiciones de los empleados públicos se homologarán a la baja. ¿Cuánto creéis que van a tardar los hospitales de Madrid en disponer del personal y equipararlo con la política salarial de los centros privados?

¿Que no se puede hacer sin cambiar la ley? Pues la cambiarán, no os quepa duda. Ni  les temblará el pulso ni se cortarán un pelo. Si no lo impedimos, claro

Conclusión: Estamos ante la condena a muerte de la estabilidad en el empleo de los funcionarios. Porque no se va a salvar nadie. Por mucha oposición que en su día aprobáramos tras meses e incluso años de estudio y esfuerzo. Y las consecuencias de que las cosas sean así las sufriremos todos los ciudadanos. Traducidas en pérdida de servicios, menor calidad, pago por cualquier atención que necesitemos...

Al final podría volver a ocurrir, como decíamos al principio, que tener trabajo en la Administración dependa de la sintonía del trabajador con la ideología política de quien en cada momento esté en el poder.

Efecto sobre los ciudadanos de todo este galimatías: Pues por ejemplo, el copago en las consultas médicas, algo que dado el momento que estamos viviendo puede ser cuestión de meses. Porque apenas las CCAA se queden sin dinero aquí  pasará como en Grecia y Portugal. Pagaremos por cada servicio o atención que necesitemos por mucho que en teoría ese servicio esté ya  pagado con nuestros impuestos. Lo repagaremos. Y además nos subirán los impuestos. Más.

En la Administración es donde más se manifiesta que esta crisis no es como todas las crisis. Están aprovechándola para cambiar el modelo social y laboral, no solo de nuestro país, sino de toda Europa. Europa, esa china en el zapato para el capitalismo mundial globalizado que, si no lo remediamos, acabará siendo sometida a los mismos usos y costumbres que los tiburones financieros han impuesto ya en otras partes del mundo.

El objetivo es asiatizarlo todo. "Asiatizarlo", un neologismo que define lo que al final acabará pasando: que se impondrá el modelo salvaje, sin derechos ni coberturas sociales, de los países asiáticos.

Y frente a todo este panorama, qué hace una organización de funcionarios como el CSIF?

Pues, aunque resulte difícil de creer, están haciendo todo lo posible por reventar la protesta del 14N. Se trata de una ofensiva encubierta, porque utilizan la Junta de Personal para exigir, por ejemplo, medidas extraordinarias de seguridad en los centros de trabajo de la Administración Pública: un fuerte contingente policial, más cámaras de seguridad , amenazas a las instituciones públicas si a su entender no hacen  todo lo posible para que se no haya problemas a la hora de entrar en los centros de trabajo...

Como vengo diciendo estos días,  que un sindicato, por muy de derechas que sea, que además se atribuye la representatividad de la mayoría de empleados públicos aunque sea falso, traicione de una manera tan descarada, torticera e inadmisible la defensa de los intereses de estos trabajadores es sencillamente de una deslealtad que no puede quedar impune.

Nos lo estamos jugando todo. Creo firmemente que los empleados públicos, si no luchamos por la defensa del modelo, si no participamos en la huelga, estaremos haciéndole parte del trabajo a quienes nos están poniendo en la calle.
 
M.P.

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