449.000 hogares tienen a todos sus miembros en paro.
Más de 530.000 desempleados ya no tienen ningún tipo de protección, no reciben ninguna ayuda.
Desde 2008, 77.500 familias andaluzas han sido desahuciadas. En lo que va de año, 9.770 nuevos desahucios.
Son las cifras de la vergüenza. ¿Y todavía hay quién pregunta qué razones tenemos para convocar una huelga? Tantas como el millón y casi cuatrocientos mil andaluces en paro.
La política económica de control del déficit público que, desde 2008, con el Gobierno de Rodríguez Zapatero y bajo el mandato de la Unión Europea, se impone en nuestro país es un auténtico fracaso y así ha quedado demostrado. Esa no es la manera de salir de esta crisis. La situación en la que hoy nos encontramos es la muestra palpable de la incompetencia de nuestros gobernantes para sacarnos de este atolladero. Primero con Zapatero, ahora con Rajoy.
Nos obligan a avanzar de manera inquebrantable en una política económica que sistemáticamente produce más desempleo, más deterioro del mercado de trabajo, mayores niveles de precariedad, que arrasa literalmente con los derechos laborales de los trabajadores sin que exista ninguna expectativa de mejora económica. Hasta el propio Fondo Monetario Internacional se ha corregido a sí mismo y hoy plantea que si no se introducen planes de incentivación económica, las políticas de austeridad y recorte no conseguirán invertir la curva del desempleo.
Y a todo esto tenemos que sumar el ansia depredador de muchos empresarios que han visto en esta crisis la oportunidad de liberalizar totalmente las relaciones de trabajo. La Reforma Laboral ha matado la Negociación Colectiva y ha convertido la relación entre trabajadores y empresa en una especie de selva donde solo priman los intereses del más fuerte.
En España hay una campaña feroz de privatización de los servicios públicos. Los abanderados de los intereses privados hoy ya no se cortan un pelo al plantear que lo que hay que hacer es desprenderse del sector público, privatizarlo. Hacer de las necesidades y de los problemas de la gente un puro negocio.
Y todo esto lo único que trae es una extensión generalizada de la pobreza. Ya no se trata de advertencias sindicales, es que los propios indicadores de la Unión Europea alertan de que España es el país comunitario con mayores niveles de desigualdad entre sus ciudadanos, entre quienes tienen recursos económicos y quienes o no los tienen o los están perdiendo a marchas agigantadas. Somos el país con más desempleo y el que avanza con mayor celeridad en el deterioro de su clase media. Y somos el país que más jóvenes formados y cualificados pierde diariamente, jóvenes que emigran en busca de un trabajo que aquí les niegan.
Todo esto son razones suficientes como para que, los sindicatos junto al resto de las organizaciones sociales, facilitemos a los ciudadanos la posibilidad de que el 14 de Noviembre expresen su posicionamiento frente a esta política económica.
No es posible que aceptemos de manera impasible una política económica que claramente empuja a este país y a Andalucía hacia, al menos, dos décadas de situación de desempleo mayoritario y de pobreza.
Por mucho que se empeñe Rajoy, no es posible que la prioridad siga siendo el déficit y no las personas.
Y no hay, por mucho que le pese a quienes mantienen esos planteamientos, intereses corporativos ni intereses espurios de ningún tipo detrás de la convocatoria de huelga. En este país constitucionalmente nos corresponde a los sindicatos la convocatoria de huelga. A nadie más. Y ya que el Gobierno del Estado se ha negado a que los ciudadanos nos pronunciemos en referéndum sobre la política económica que está desarrollando, nosotros el 14 de Noviembre queremos facilitar que el conjunto de los ciudadanos se pronuncien. De la manera que estimen oportuna: en el caso de los trabajadores haciendo huelga, en el caso de los pequeños empresarios cerrando, en el caso de los autónomos parando, en el caso de los consumidores no consumiendo…
Vamos a llamar a todos los colectivos para que el 14 de Noviembre no sea una mera huelga de trabajadores sino un paro social. Ir más allá de un paro laboral de los asalariados y convertir ese 14N en una reacción social de exigencia para que el Gobierno introduzca planes de incentivación económica y proyectos de creación de empleo que nos permitan, realmente y de una maldita vez, salir de esta situación.
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