Escuchar las declaraciones de los diferentes miembros del gobierno del PP producen cada vez una desazón mayor.
Resulta inquietante oír y ver
- Los titubeos de Rajoy (cuando se digna comparecer), sus frases repletas de lugares comunes y de tautologías insustanciales
- El nervioso soniquete de Montoro cuando no sabe por dónde salir, que últimamente es la mayor parte de las veces
- El timbre sabiondo de la vicepresidenta, con más habilidad que muchos de sus compañeros para salir airosa de los trances ante los micrófonos, pero sin acertar a disimular lo mal que lleva tener que comerse con patatas tantas cosas de las que dijo cuando estaba en la oposición.
- El petulante malhumor de de Guindos por tener que bailar con la más fea, una adustez que acentúa ese deje pijo con el que se expresa y que hace temer que en cualquier momento te pueda soltar un "o sea"
- Y Fátima Báñez, la ministra de Empleo. Distante, de retórica plana, modales secos y comportamientos peligrosos. Tan peligrosos que para salir al paso de un asunto tan feo como que desde su correo se haya filtrado a la prensa un documento confidencial no dude en utilizar el episodio como trampolín para un contraataque tan agresivo como desconcertante.
Se filtran datos confidenciales de un ERE y el problema es quien hace el ERE, -en este caso, qué casualidad, el Partido Socialista- no la filtración.
Se da a conocer, insisto, desde el correo de la ministra, un hecho de carácter confidencial y Báñez no titubea cuando explica que "lo único cierto es que el PSOE ha hecho un ERE y nos hemos enterado por los medios de comunicación".
Tras una semana de silencio sobre una filtración, un manera de proceder que linda con la vulneración de la ley de Protección de Datos Báñez, en su manera de afrontar un hecho incontestable que no podía desmentir no se ha amilanado y ha decidido recurrir al libro de estilo del Partido Popular
A saber:
- Desviar el tiro
- Contraatacar agrediendo
- Buscar al culpable siempre lejos de su ámbito
- Y mentir
Como Rajoy, como Montoro, como de Guindos, como Cospedal...
Mienten día tras día, comparecencia tras comparecencia y sin ningún tipo de rubor. Como me decía esta mañana un compañero, el problema es que mienten a sabiendas, que lo hacen a diario y que, a pesar de todo, aún hay gente que se cree lo que dicen.
Pero la falta de ética de la ministra de Empleo no puede quedar así. Es un hecho grave, lo suficientemente grave como para cuestionar su permanencia en el gobierno.
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